A estas alturas el "reposo absoluto" empieza a hacerse algo pesado, la verdad. Después de los "sustos" que había tenido, por los que tuve que ir a urgencias, se me quitaron las ganas de arriesgarme a hacer algún paseo, así que me mantuve quietecita.
Cada vez que intentaba hacer algún esfuerzo (llámese esfuerzo a ir de un sitio a otro, sin pasarse) se me ponía la tripa muy dura y me entraban unos dolores muy fuertes en el bajo vientre. Cuando reposaba durante bastante rato muy, muy tranquila, se me pasaban. Así que capté el mensaje que me enviaba mi cuerpo.
Por ciertos temas laborales, en este periodo, tuve muchísimo estrés: se agolparon un montón de problemas todos a la vez, y yo soy bastante nerviosa, así que aunque no quería alterarme, resultaba inevitable. No podía ni dormir por las noches dándole vueltas a los asuntos que nos estaban dando problemas. Y al final de una semana terrible, para olvidar, los dolores que me entraron fueron mucho más fuertes. Y no se iban con el reposo habitual.
Así que la prescripción de mi chico fue dejar aparcado el trabajo y me obligó a meterme a la cama con un buen libro. Él quería llevarme a urgencias, pero me pareció excesivo. Pasé mala noche, pero al día siguiente ya estaba bien. Así que me tranquilicé. Como los problemas seguían estando ahi, a los pocos días se repitió el suceso. Menos mal que estábamos muy cerca de mi visita al ginecólogo y preferí esperar y preguntarle.
Cuando fue a mi cita ginecólogica de la semana 24, donde volvían a medirme la longitud del cuello uterino, para controlar que todo estaba en orden, y le conté todo esto de las contracciones y los dolores, a mi gine no le gustó un pelo. Me dijo que fuera estrés, que pensara en mi niña, y que a la próxima no lo pensara y fuera a urgencias.
Tiene toda la razón, así que intentaré hacerle caso. Quiero llegar a todo y soy demasiado exigente conmigo misma, así que ante cualquier contratiempo que surja en el futuro, voy a tomarme todo con calma. El caso es que el cuello había disminuido bastante la longitud desde la semana 20 que me lo midieron y ahora estaba en 3,7cm. De todos modos seguía siendo una buen dato, así que no había que alarmarse. Solo tomar las mismas precauciones que estábamos tomando: relax, reposo y tranquilita por la vida.
Estas semanas lo que más me puede incomodar son los ardores de estómago, aunque ya os conté que las pastillas de ranitidina es mano de santo. Evito los alimentos ácidos, como el tomate, naranja o mandarina, que me sientan fatal. Una pena, porque adoro los macarrarones a la boloñesa y las pizzas ¡¡Ah, y los zumos de naranja recién exprimidos por las mañanas!! Pero de momento, hay que dejar todo eso a un lado.
Sigo con mi medicación de fimibión 2 prenatal (vitaminas) y adiro. La progesterona la fuí dejando de forma paulatina a partir de la semana 12: fui disminuyendo la dosis poco a poco hasta que en la semana 16, en la que ya no me ponía nada, por recomendación de mi ginecóloga.
En esa semana padecí candidiasis y me recetaron gine canestén en ovulos. Me fue muy bien, pero un mes y medio más tarde, volvieron los picores. Así que volví al médico y volvieron a recetarme lo mismo. Es bastante habitual las recaídas por cándidas. El gine me explicó que no solo hay eliminar los hongos con la medicación, sino que luego hay que "reestablecer" la flora vaginal, y eso lleva su tiempo. Lo mejor para estos casos, es inyectar con una jeringuilla una mezcla de yogur natural (sin sabor y sin azucar) con zumo de limón. Es un remedio casero que según me contó va genial.
Otro de los incordios que sigo teniendo es el exceso de gases. Es algo que no me preocupa, pero es incómodo, la verdad. Lo que he mejorado un poco es del estreñimiento. Había sido horrible las semanas anteriores, y aunque no soy un reloj, como lo era antes del embarazo, parece que el haber eliminado la progesterona y el seguir consumiendo mucha fruta y verdura, hace que ese aspecto no me traiga tan de cabeza.
Lo que sí es propio de este periodo es la sensación de ahogo que tengo a la hora de dormir boca arriba. Si me tumbo de un costado o de otro, ya la tripa me empieza a molestar, y no encuentro una postura cómoda. Pero tumbarme boca arriba es casi imposible, porque me falta el aire. ¡¡Es increíble!! Pensaba que esas cosas pasaban más avanzado el embarazo, y no esperaba que me pasara tan pronto.
También se han acrecentado los sangrados espontáneos en encías y en la nariz. Muchas tardes y noches, me sangra la nariz bastante, y aunque siempre he padecido de encías sensibles, ahora están francamente mal. Antes de quedarme embarazada me sometí a un tratamiento gingival muy exhaustivo. Me dejaron todo perfecto. Sé lo importante que es la salud bucodental en la vida en general, y en el embrazo en particular. Así que tengo pendiente una visita al dentista para que me vuelvan a valorar el estando de todo.
Por lo demás, pocas novedades. Con la habitación de la peque no hemos podido avanzar nada. Tengo muchas ideas, pero ni tiempo, ni fuerzas para materializarlas. En casa el herrero cuchillo de palo, y es que estoy segura que con todas las cosas bonitas que nos encargan para dormitorios infantiles, la de nuestra princesa, va a acabar siendo la más sosa del mundo, ya que no hay manera de sacar tiempo para hacerle nada. Bueno, todo se andará. De momento, no me agobio, tiempo nos queda hasta que nazca.
Esperamos que se quede en el vientre de mami todo el tiempo posible y que llegue hasta la semana 37 al menos, para que no sea prematura. Haremos todo lo que sea necesario para ello. Tenemos ganas que el tiempo pase deprisa para que llegue ya el momento de verle la carita, pero mientras llegue el momento de conocer a nuestra muñeca, iremos disfrutando de esta etapa todo lo que podamos. De momento, de todo el proceso del embarazo, con lo que me quedo es con sus pataditas.
Por las tardes empieza la fiesta. Ya noto sus movimientos muy claramente. Es una sensación maravillosa. Son unas cosquillitas en el vientre y a veces hay hasta algún que otro bote que hace que se note a través de la camiseta. Así que mi chico también puede sentirla ¡¡Es genial!! Y aunque ya note sus movimientos y aunque ya esté de 24 semanas y con una gran tripita, hay días que sigo sin creerme que esto tan fabuloso me esté pasando a mi. En serio cuesta hacerse a la idea de que en unos meses vamos a ser papás ¡¡Por fín!!
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