viernes, 4 de marzo de 2016

MI EMBARAZO HASTA LA SEMANA 16

Cada vez que nos toca ecografía nos ponemos como locos de contentos. Siempre es un alivio ver que todo va bien, que el bebé se mueve, que el corazón late... Cuando no tienes otro referente, es una sensación estupenda que transmite mucha tranquilidad a las mamis.

El motivo de esta cita era que se midiera el cuello del útero. Hasta el final del embarazo, la medida del cuello uterino ha de ser mayor de 3cm. Hay peligro de parto prematuro si baja de los 3cm. Por debajo de los 2,5cm, ya hay que alarmarse. Esa disminución de medida del cuello del útero se llama "borrado" del cuello.

Pregunté a mi médico la posibilidad de hacer un cerclaje para evitar un aborto tardío (los que se producen después del primer trimestre). Él me explicó que no se recomendaban los cerclajes profilácticos si no había antecedentes. Ya que podría dar más problemas que beneficios. A grandes rasgos, un cerclaje consiste en coser el cuello del útero. En ocasiones hay incompetencia cervical, que puede provocar un aborto tardío. Es una intervención que se recomienda hacer no más allá de la semana 14-15, a no ser que sea de urgencia y siempre bajo la valoración de un ginecólogo.

En mi caso, mi problema no consistía en una incompetencia cervical (al menos,  no había constancia probada de ello), sino que el útero al ser muy pequeño (más de lo normal) a causa de mi malformación (útero unicorne o hemi-útero), al ir creciendo el bebé, iba a ir teniendo menos sitio y empujando hacia abajo. El problema de espacio, y por tanto el empuje, era lo que podría provocar el borrado del cuello del útero y eso a su vez, un aborto tardío o parto prematuro (parto antes de cumplir las 37 semanas de gestación).

Así que el consejo era controlar la medida de mi cuello uterino cada 4 semanas, y que guardara mucho reposo. En caso de que se viera, en alguno de esos controles, algún signo de alarma, ya se tomarían las medidas necesarias, pero de momento, no hacía falta hacer nada más.

Así que volvimos a la ecografía vaginal, el mejor método para tomar la medida del cuello uterino, y se comprobó que todo andaba estupendamente. Luego me hicieron ecografía de la tripita, y vimos que todo estaba en orden: liquido amniotico suficiente, placenta bien, latido bien, movimiento fetal estupendo... ¡¡Como una rosa!!



Aún así, por mis antecedentes, el ginecólogo me recomendó hacerme la prueba de la glucosa ya. Esta prueba no se suele hacer hasta más adelante (semana 24 o 25) así que quedé en comentárselo a mi matrona para que se pudiera gestionar en mi centro de salud.

Salimos felices y contentos de la cita. Pero lo bueno duró poco. Esa misma noche tuve un sustillo, y preferí ir a urgencias al día siguiente. Me levanté empapada de líquido transparente y la verdad es que esa cantidad de flujo no me pareció normal. Fue una exageración. Además empecé a sangrar espontáneamente por las encías y la nariz. Así que llamé a mi matrona y le conté el caso: "¿Que hago? ¿Es grave?".

¡¡Esto de ser primeriza es lo que tiene!! Una no sabe si alguno de sus síntomas son "normales" o son para alarmarse. Ella me dijo que fuera a urgencias. Más vale prevenir. Así que eso hice.

En esta ocasión sólo tuve que esperar una hora. ¡¡Me pareció poco después de las 2 horas que esperé la vez anterior!! La ginecóloga me hizo una ecografía y vió que estaba todo bien. Creo que con eso iba a dar por zanjado el tema, pero cuando leyó mi historial, empezó a hacerme preguntas y a hacerme más pruebas. Comprobó que yo era un caso complicado, y no quiso dejarse nada en el tintero. Descartamos que hubiera habido rotura de bolsa y por tanto que el líquido que había perdido fuera líquido amniótico.

La conclusión final fue un diagnóstico de candidiasis a lo bestia. Por lo que me explicó la ginecóloga es algo bastante frecuente en embarazadas. El Ph vaginal cambia en el embarazo y lo provoca. Así que me tocó también esto. ¡¡Que suerte la mia!! En fin, nada que no pudiera resolverse con unos óvulos y una crema. Afortunadamente no fue nada más grave ¡¡Menos mal!!

Por otro lado, la prueba de la glucosa salió de cine. El liquido con sabor a naranja que hay que tomarse está buenísimo. Me recordaba a esos polos flash de hielo que nos comíamos de pequeñas. El proceso es muy simple: te toman una muestra de sangre en ayunas. Luego te dan el zumito de naranja azucarado y te lo bebés poquito a poco, en 5 minutos. Está fresquito y entra muy bien. Luego hay que estar una hora sentada sin hacer nada: ni caminar ni esfuerzos. Eso fue lo más aburrido. Cuando pasa la hora, te vuelven a sacar una muestra de sangre.

Lo peor fue volver a casa. No tuve la precaución de llevar nada para comer tras la prueba. Y me mareé bastante. Una embarazada en ayunas y con nauseas continuas es una malísima combinación. Así que aviso a navegantes: llevad unas rosquilletas o galletas o algún tentempié que os permita llegar a casa o a la cafetería de la esquina sin caer redondas.

Como los resultados fueron buenos, no tuvieron que hacerme otra prueba más completa en la que sacan sangre durante 4 horas en intervalos de una hora. ¡¡Y por supuesto no tuve que llevar ninguna dieta especial!! ¡¡Bien!!

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Rocío


viernes, 26 de febrero de 2016

MI EMBARAZO HASTA LA SEMANA 12

Vuelvo con la crónica de mi embarazo. Ya os conté en entradas anteriores como habíamos llegado a la semana 10 y porque estoy llevando un embarazo de alto riesgo.

Lo que vino después fue tremendo, los síntomas propios del primer trimestre los tuve por triplicado. En cuanto me ponía de pie me mareaba. Sentía nauseas casi constantemente y vomitaba a razón de entre 3 y 6 veces diariamente. Suena fatal, pero fue así de exagerado. 

Era un drama hasta ducharme, y tuve que comprar un taburete de plástico que metí en la bañera, para poder asearme sentada. Me recetaron las famosas pastillas Cariban, y gracias a ellas se mitigaron un poco las nauseas y vómitos. No quiere decir que se fueran del todo, pero noté algo de mejoría, y eso ya fue todo un mundo para mi.

En ese intervalo, hasta que llegó la ecografía de la semana 12, fui a la matrona de nuevo. Me iría citando una vez al mes, para pesarme, medirme y en esta ocasión, también  para darme los resultados de las analíticas. Todo estaba ok. Aprovechó para ponerme la vacuna anti gripal. 

Dicen que las vacunas de la gripe es mejor ponerlas una vez pasado el primer trimestre, pero mi matrona me dijo que se inyectaba el virus inactivo (o algo así) y que no había ningún peligro. me preguntó si tomaba algunas vitaminas, y yo le dije que sí, que me estaba tomando Gestagyn, pero que tenía un tremendo estreñimiento y que si me las podía cambiar. Me dió una muestra de Seidibion. Antes también había probado con Femasvit y no me había ido nada bien. Las que ella me dió tampoco me fueron bien. 

Las que al final me han ido estupendamente han sido las Femibión. Me las aconsejó la Dra. Pau, la médico que llevó mi tratamiento de fertilidad. Me dió una muestra, pero ponía que se aconsejaba para el segundo trimestre, y la estuve guardando. Cuando probé con todas las anteriores, ya había llegado al segundo trimestre, y fue mano de santo. Las sigo tomando hoy por hoy, y me van muy bien.

Recordad que todas las embarazadas debemos tomar al menos suplemento de ácido fólico y yodo, y si se puede tomar un complemento más completo, con minerales, vitaminas, cálcio, etc. mucho mejor.

Eso no quita que debamos llevar una dieta equilibrada. Hay que variar la ingesta de alimentos e intentar comer semanalmente de todo: carne, pescado, huevos, pasta, frutas, verduras, legumbres y sobretodo lácteos.

Yo con los lácteos tuve serios problemas durante el primer trimestre, ya que mi estómago no los toleraba. Pasé de desayunar un vaso de leche a un vaso de horchata. Ya se que no es lo conveniente, pero era eso o nada, y después de todo, al cabo de unas semanas acaban desapareciendo las nauseas.

La ropa empezó enseguida a no venirme. Había ensanchado y ya no me podía abrochar los pantalones. Iba más cómoda con vestidos sueltos. Mis hermanas me dieron bastante ropa de embarazada, y la empecé a usar enseguida.


Llegar a la semana 12 fue muy emocionante. ¡¡Me hicieron la primera ecografía en la tripita!! Hasta entonces siempre habían sido ecografías vaginales. Fue una ecografía muy completa, donde midieron el pliegue nucal y otras variables del feto que junto a los resultados de un análisis de sangre (el famoso cribado) nos indica las posibilidades altas o bajas de que el bebé nazca con alguna enfermedad congénita.

En nuestro caso, todo parecía indicar que la gestación y el desarrollo de nuestro bebé iba sobre ruedas. Así que no fue necesario plantearse alguna prueba más invasiva como  por ejemplo la amniocentesis. ¡¡Estábamos muy contentos!!

Recuerdo perfectamente la cita que tuvimos con la ginecóloga que nos iba a hacer la ecografía. Me empezó a preguntar sobre mi historia clínica. Empecé a contarle, y a contarle, y a contarle... todas las cosas que me habían pasado en todos estos años de búsqueda, operaciones, pruebas, tratamientos, resultados, etc. Cuando acabé, la pobre me miró y sólo pudo de decirme en plan de broma: "Jolines, no te privas de nada". ¡¡Más vale tomárselo con humor!!

Y tiene toda la razón, parece mentira que a mi me haya pasado casi de todo... de hecho es un milagro que esté embarazada. Pero bueno, lo importante es que hemos llegado hasta aquí, y eso es lo que cuenta.

Dados las complicaciones que mi embarazo podría acarrear, me citaron para la semana 16. Irían controlándome mediante ecografía la evolución del cuello del útero. Es un indicador de parto prematuro. Así que era conveniente que se mantuviera por encima de los 3cm.  La semana que viene os sigo contando que tal fue esa cita.

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Rocío

miércoles, 17 de febrero de 2016

EMBARAZO DE ALTO RIESGO

Muchas parejas que pasan por el duro trance de la infertilidad y de los duros tratamientos médicos para lograr ser mamás, consideran que por fin ha acabado su calvario cuando logran el embarazo. Todos los embarazos acarrean ciertas molestias y miedos, pero éstos son considerados "normales", es decir, que acompañan a todas las embarazadas por igual: les haya costa mucho o poco conseguir el positivo. No es algo exclusivo de las que han pasado por tratamientos de fertilidad.

Pero nosotros ya sabíamos, incluso antes de lograr el embarazo, que si lo conseguíamos, sería muy difícil llevar el embarazo a término. La causa, son varios factores que confluyen y que hacen que el embarazo esté siendo muy complicado. Voy a enumerarlos de menor a mayor gravedad. Aunque lo malo, es que se den todos a la vez.

1.- Edad: Las mujeres de cierta edad son más proclives a sufrir complicaciones.
2.- Osteopenia: Es una enfermedad hereditaria. Tengo la calcificación de los huesos al borde de la osteoporosis, aunque afortunadamente aún no la he alcanzado.
3.- Soplo cardíaco: Nunca me ha dado problemas, pero he de hacerme electrocardigramas de control cada año.
4.- Antecedentes de diabetes: Mi padre la padece y mis abuelos (materno y paterno) la padecieron.
5.- Miomas uterinos: Varios y grandes situados en la pared uterina, que hay que controlar en cada ecografía.
6.- Amenaza de aborto en el primer trimestre: Hematoma acompañado de sangrados.
7.- Antecedentes de preeclampsia: mi sobrina nació prematura porque mi hermana sufrió esta alteración. Estuvo muy malita.
8.- Malformación uterina: Este es el factor principal y el motivo más grave de que mi embarazo sea de alto riesgo. Tengo diagnosticado útero unicorne. Esto significa que nací solo como medio útero (también llamado hemiútero). Al parecer cuando aún estás en el vientre materno y se están formando tus órganos, el útero no llega a formarse bien. Sólo se forma una parte. La otra no. Por eso sólo tienes la mitad.


¿Que repercusión tiene esta malformación uterina en el desarrollo del embarazo? Pues que tienes un primer trimestre con riesgo de aborto, como el resto de embarazadas, ya que es el periodo donde más abortos se producen (por eso muchas chicas, esperan a pasar las 12 semanas para dar la noticia de su estado de buena esperanza).

Pero al contrario que las demás, que una vez pasados esos 3 meses, en general, respiran aliviadas sabiendo que lo peor ha pasado, para mi empieza el verdadero peligro: El feto va creciendo, y va encontrando verdaderos problemas espacio. En el segundo trimestre existe un riesgo alto de aborto y en el tercer trimestre hay un altísimo riesgo de parto prematuro.

Los médicos me han dicho que me vaya haciendo a la idea de que será casi imposible que pueda llevar mi embarazo a término y que me vaya mentalizando que el alumbramiento será por cesárea con casi toda probabilidad por la imposibilidad que tendrá el bebé de adoptar la postura correcta para un parto vaginal. La esperanza, es conseguir llegar al menos hasta la semana 32. Si el bebé nace antes tendría muchas dificultades para sobrevivir y posiblemente muchas secuelas.

Aún así, con 32 semanas de gestación, el bebé tendría que estar hospitalizado en una unidad neonatal especifica durante varias semanas y la recuperación sería larga y costosa. Ojalá lleguemos lo más lejos posible. Cuanto más se quede mi chiquitín en mi vientre mejor, y cada semana que pasa es un triunfo. Ojalá pudiéramos conseguir llegar a la semana 37, considerado ya un embarazo a término. Sería maravilloso.

Así que ya veis, aunque parece todo muy alarmante, las indicaciones tanto de mis médicos como de mi matrona es que no me agobie y que disfrute del embarazo todo lo que pueda en la medida de lo posible. Además hay que distinguir entre lo que "podría pasar", y otra cosa es "lo que va a pasar". Nadie puede adivinar el futuro. Me han preparado para "lo peor", pero insisten en que no vale la pena que me angustie por adelantado, ya que cada persona es un mundo, y quizás no tenga ninguna complicación y que acabe pariendo en mi fecha prevista de parto.

No obstante, me están haciendo un seguimiento más exhaustivo, para intentar captar cualquier complicación a tiempo. Yo intento no agobiarme y seguir sus instrucciones: no pensar demasiado en eso, evitar angustiarme imaginando lo peor, y cuidarme mucho.

Lo de cuidarme mucho, consiste principalmente en reposar y no hacer ningún esfuerzo. También intento controlar mi temperamento. Soy una persona muy nerviosa, pero estoy intentando tomarme todo con calma y tranquilidad.

 Eso sí, me han dicho que en cuanto tenga alguno de estos síntomas acuda a urgencias:
1.- Sangrados o hemorragias vaginales.
2.- Contracciones con o sin dolor (que la barriga se ponga dura).

De momento de los primeros, no he tenido. Y de los segundos, sí. Afortunadamente han sido falsas alarmas, y con reposo se ha pasado. Una buena señal. Eso me hace pensar que mi cuerpo es "muy sabio" y que cada vez que me excedo un poco en mis actividades, emite señales que hacen que vuelva a la tranquilidad, que en estos momentos, es lo que más me beneficia.

Mentalmente estoy muy animada y positiva y eso es muy importante. Es cierto que sería fantástico poder salir  y hacer más cosas. Pero si no puede ser, pues nada, a quedarse en casita tranquila en el sofá. A veces se hace un poco pesado, es cierto, pero todo vale por estar viviendo por fin mi sueño.

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Rocío

martes, 9 de febrero de 2016

MI EMBARAZO HASTA LA SEMANA 10

Cuando conseguí quedarme embarazada, por supuesto me dieron de alta en la clínica de infertilidad. Acabábamos una etapa y comenzábamos una nueva. Ese nuevo camino era totalmente desconocido para mi y no sabía que podía esperar. Aunque había muchas cosas que me sonaban, es cierto. Tengo dos hermanas que han estado embarazadas y 3 sobrinos, así que no todo era extraño para mi. Pero es cierto que durante mucho tiempo había querido estar ajena a todo lo relacionado con embarazos, ya que era un tema que me producía demasiado dolor.

Así que era hora de ponerme las pilas y tomar contacto con todo este amplio mundo del embarazo. ¡¡Ya formaba parte del club!! Ese del que siempre me había sentido excluida. Lo primero fue comprarme una agenda, para ir anotando la cantidad de citas médicas que fueron llegando. El primer paso fue acudir a mi médico de cabecera, él debía recetarme el tratamiento de progesterona y ácido acetilsalicilico a partir de entonces. Él me concertó cita con la matrona de mi centro de salud. La matrona me pesó, me tomó la tensión y me mandó unos análisis de sangre y orina, para verificar mi estado general de salud. Todo salió muy bien. También me explicó los hábitos saludables que debería seguir a partir de entonces: lavar muy bien la fruta y verdura, evitar comer carnes, pescados o huevos poco hechos o sin cocinar. Salir a la calle siempre con protección solar para evitar las manchas en la piel. Cuidar mi hidratación tanto interna (tomando suficiente agua) como externa (aplicar cremas para evitar estrias). Además, rellenó mi cartilla del embarazo con mis datos personales y antecedentes médicos. Por último me concertó las citas para las primeras ecografías, en las que se verifica que efectivamente hay embarazo y que el embrión tiene latido, una a las 8  y otra a las 10 semanas. Fueron muy emocionantes. Comprobar que nuestro bollito estaba creciendo bien, nos hacía inmensamente felices y hacía que consiguiéramos poco a poco ir creyendo que este sueño, por fin, se había hecho realidad.

Aunque la "dura" realidad del embarazo cobró forma de manera incontestable con la aparición de los famosos "síntomas". Que aunque tardaron en llegar, aparecieron finalmente haciéndose notar a base de bien: mareos, nauseas, vómitos, gases, estreñimiento, acidez... el clásico repertorio. Fue molesto, sí. Y aún lo está siendo. Pero no hay nada que empañe mi alegría y mi ilusión, así que me lo he tomado todo con mucho humor. Cada síntoma me lo tomo como signo de que efectivamente estoy embarazada. De que todo va como ha de ir. De que es real. Que todo esto es normal, y significa que pronto tendré a mi deseado bebé en mis brazos. Hubiera sido fantástico vivir uno de esos embarazos sin síntomas molestos, pero bueno, no estoy acostumbrada a los atajos, y tampoco me esperaba vivir un embrazo de libro.


En este periodo tuve un sobresalto importante, y tuve que acudir a urgencias en la semana 7. Fui al baño y ví sangre. El susto fue monumental. Era poquito, pero me quedé blanca. Sólo imaginar que ese sueño podría acabar en pesadilla, hacía que sintiera auténtico terror. Fuimos al hospital. Contamos nuestro caso, y me dijeron que esperara un poco. Pasó media hora. Estaba muy nerviosa. Intentaba no demostrarlo para que mi chico no se alterara. Lo veía aterrado. Pasó una hora. Estaba atacada. Pero seguía intentando disimularlo para que la angustia de mi chico no siguiera aumentando. Sabía que ese estado de ansiedad no me hacía ningún bien. Ni a mi ni a mi peque. Así que llamé a la enfermera y con mucha calma, expliqué que estaba empezando a ponerme nerviosa por tanta espera ¿quedaba mucho para que me atendieran? Me dijo que esperara. Así sin especificar. Pasaron 45 minutos más. Y yo ya exploté. Entré y muy enfadada pregunté si allí no atendían. Estaba fuera de mi. Sólo quería saber si mi embrioncito estaba bien. Sólo quería que me tranquilizaran. Me había costado años de sufrimiento llegar hasta ahi, y necesitaba saber que todo iba bien.

Salió una enfermera y cuando le dije que llevaba esperando casi 2 horas entendió perfectamente la situación y se hizo cargo de mi miedo, sin reprocharme nada. Estuvo muy cariñosa. Me abrazó y me dedicó palabras de ánimo. Pedí disculpas por mi salida de tono. Pero a esas alturas lloraba como una magdalena, imaginándome lo peor. Llamó a la ginecóloga y vino un sequito de 3 o 4 personas (supongo que algunos internos) para explorar y valorar mi caso. Vi el latido de mi peque. Y en ese momento sentí un alivio absoluto.  Repasaron mis antecedentes y fliparon cuando vieron el mamotreto de historia que me acompañaba. Entendieron entonces que estuviera tan sensible.

El diagnóstico fue amenaza de aborto. Me dijeron que tenía un hematoma y eso es lo que había sangrado. La formación de hematomas, según me contaron, es bastante frecuente. Tendríamos que ver como evolucionaba la cosa. Si el hematoma se hacía más grande, podría ser peligroso. Si se iba reabsorbiendo, todo iría bien. La pauta a seguir era permanecer en reposo absoluto. Cuando me dieron de alta en infertilidad, me dijeron que debía hacer reposo relativo y evitar esfuerzos. Pero en ese momento tuve que pasar a no hacer absolutamente nada. Ni siquiera las tareas de la casa. Nada de nada. Mi chico ha estado todo el tiempo a la altura de la situación. Ha sido un apoyo increíble y me ha cuidado al 100% estando pendiente de todo.

Así que mi misión a partir de entonces fue mantener la calma y dejarme mimar. Estaba dispuesta a hacer todo lo que fuera necesario por nuestro pequeño milagro.

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